Maldita tu sonrisa

Al final, de todo se entera uno. Quizás no para mal, pero lo he sentido como una traición que no vi y duele más por estar ya fría la herida.
Y a lo mejor no soy el más indicado para quejarse por ser tan retórico y vestir tanto las palabras, pero lo mío (aunque sentimientos vulnerables) son verdades.
Me quema el pecho...
¿Por qué?
Ni siquiera tenía importancia, llegué a autoconvencerme de que era mejor así: todo guardado y todos a salvo...
Era tu oportunidad, mi oportunidad, la oportunidad... Aunque la mía fuera egoísta en su mayoría a un mártir no le reprochas el sacrificio. Y yo me lamento de su ignorancia.
Y al releer este texto tan visceral que me has arrancado puedo entender algunas cosas...
Como que te tengo tanto miedo que no pude ver el miedo que me tienes tú a mi. Incluso, que además le tenemos miedo a lo mismo.
Conseguí culparme de ello por mirar los caminos cuando en un desierto no los hay.
¡No los hay!
Le grito al viento y no lo oye el universo.
¡No es mi culpa!
¡Es del miedo!
¿Por qué tenemos miedo a hablar?
¿Tan difícil es decir lo que se piensa?
Luego decimos ser adultos, nos miramos como adultos, nos pensamos como adultos, actuamos como adultos... Pero en silencio niños vergonzosos.
Te espero al otro lado del desierto, pero no nos perdamos de vista

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